Víctor Manuel Espinosa M
Espacio creado para mis textos, crónicas y cuentos
Publicado por Victachor miércoles, 16 de octubre de 2013 en 18:41
Publicado por Victachor martes, 30 de abril de 2013 en 10:36
Respiro.
Vuelvo a respirar.
Oigo el silencio en la punta de mi ceja y busco aquello que me haga feliz.
Exhalo.
Vuelvo a exhalar.
Intento encontrar los besos que expresen ese placer eterno de poesía que me enreda.
Alzo la mirada.
La alzo de nuevo.
Contrastes que encuentra la luz y que solo yo veo a través de tus suspiros.
Te veo.
Te vuelvo a mirar.
Y encuentro las razones emocionales por las cuales respiro, exhalo y observo tu risa enmarcada en esos hoyos de tus mejillas, que mas parecen aludir a una cita textual que besa estos versos.
Tu olor, tus abrazos y esa manera cayada pero ruidosa de mirarme.
Eso me gusta.
Autor: Víctor Manuel Espinosa Montoya
En ocasiones, en la comodidad de mi austeridad, pienso que una de las razones por las cuales escribo es otra razón y lo difícil es que indago el hecho de no ser siempre esa persona que busca agradar a los demás, que encuentra sin querer hallar.
Pero en el cronotopo de vivir, hay personas que llegan y no quieres que se vayan, hay personas que con solo verlas una vez, ya quieres observarlas por mucho más.
Siempre he querido averiguar y encontrar esa explicación que se ilustra en el papel de la vida, mi razón de estar feliz; pero cuando te conocí, entendí que es mas que evidente el hecho de relacionarse con más personas como tu, ineludiblemente.
Quiero comprender tu manera de ver mejor el futuro a diferencia de los demás y esa planeación racional, ciclomática y a veces encantadora de las cosas.
Ayúdame a entender, por que no quiero que mis ojos se cierren para cuando estés a mi lado y quiero que esta carta no parpadee en su afán de seguir contando esta historia.
Autor: Víctor Manuel Espinosa M.
Yo soy de aquellas personas que les gusta comerse el borde del pan tajado y dejar la parte del medio al final.
Me encanta retardar el placer. Lo mejor lo dejo de último y lo disfruto poco a poco.
Creo que no sé nada, y cada vez que aprendo algo, me siento más ignorante que antes.
Me gusta besar apasionadamente y con los ojos abiertos; me encanta ver la cara de mi pareja mientras besa.
Odio la sopa, tal vez más que Mafalda.
Me encanta cerrar los ojos al cantar. Sentir la música es lo único que me pone feliz. Por que vida sin música no vale.
No creo en dios ni en sus religiones. Rescato de ello que las personas tienen miedo de hacer el mal por temor a su castigo ‘divino’. Dicen que la religión saca lo mejor de las personas. Mentira. Patrañas, pamplinas.
Odio el RAP y sus derivados. Punto.
Me encanta el blues. Siento que es un orgasmo auditivo, y lo bueno es que me tranquiliza.
Hay veces que pienso que podría vivir únicamente a una dieta de té helado de durazno o limón.
Siempre sueño con volar. Me encanta esa sensación. Y sé que es gracioso cuando se enteran que sufro de Acrofobia.
Soy amigable y a veces montador.
No perdono a quien me haga daño o se lo haga a quienes quiero.
Tengo memoria de pollo. Olvídenlo. Los pollos tienen mejor memoria que yo.
Hablo solo casi todo el tiempo.
Adoro todos los animales, Por eso tengo la autoestima alta.
He pensado al menos 3 veces que de acá pueden salir hasta diez tweets.
Quiero algún día ser vegetariano. Es difícil.
Cuando adolecente me mordía las uñas. Ahora solo las lamo.
Siempre he soñado con ser ermitaño en una finca apartada de la ciudad.
Solo desayuno granola. ¡Ah, si! Odio la papaya.
Siento que algunas veces perros que pasan me miran mal. Como tramando algo.
Me gusta la sensación de andar sin interiores. La sensación de libertad.
Soy alérgico a los mosquitos.
Tengo cola de mujer.
¿Ya dije lo del RAP?
Te quitaré un beso,
Te voy arrebatar una sonrisa,
Te haré reír de emoción,
Pellizcaré tus pómulos con el filo de mis labios,
Te amarraré fuerte y te botaré por el precipicio de tu cintura,
Buscaré tu más recóndito secreto,
Encontraré tu punto débil y lo tomaré a dos manos,
Beberé oasis en tu boca,
Me saciaré con el aroma de tu piel,
Amaré estos recuerdos y los que aun no lo son,
Abrazaré tu humanidad y buscaré día a día tu felicidad,
Tus besos, tus sonrisas, tus labios, tu cintura, tu cabello, tus ojos,
Tus brazos, tu ombligo, tus mejillas y tus muslos,
Y todo me lo Robaré.
Te robaré.
Autor: Victor Manuel Espinosa M
Solo quisiera saber como,
Solo quisiera saber cuando,
Solo quisiera imaginarte, pensarte,
Tan solo saber donde,
Tan solo saber por qué,
Aun no te conozco pero te ilustro en mi mente, te idealizo,
Mientras te describo, bandida, tú silueta se apodera de mí y solo envía palabras a mi mano,
Lo único que puedo sentir por ahora son tus besos, tus labios carnosos y tibios,
Siempre te he esperado y te esperaré,
Te busco y aun no te encuentro,
Me creen loco, me creen gélido e incapaz,
Pero yo no le advierto crimen a sentir algo por ti,
Aunque no te conozca,
Aunque no existas.
Víctor Manuel Espinosa M.
Afuera llueve y tú, mujer de distraída procedencia, me has dado el abrazo de la muerte,
Tus recuerdos me sofocan, la opresión en el pecho dada por tu apretón me enreda, invade mis pensamientos e intenta corroer mis entrañas,
Un beso es tan poco pero significa tanto; un amor, un cariño, un afecto, un adiós, tu traición.
Tus manos de conejo tersas, prenden los colores de la primavera, suaves embrujan al más obtuso de los hombres de la barra. Tu fragancia encanta, cautiva y seduce. Aun llueve.
Tu mirada encierra tus intenciones y las libera,
Tu corazón frío y duro como una roca no late, no ama.
Te hecho un vistazo, y veo que eres como una figura de porcelana,
Loza con la que hoy no quiero adornar mi vida.
Dentro de mí llueve. Afuera escampa.
“Confieso que nunca pensé en escribirte una elegía, aunque para mi has muerto” Victáchor.
Caminando entre las penumbras,
Bajo un cielo que ha roto en llanto.
Piso la espuma, ligera, blancuzca,
Discreta que dejan los autos al pasar fugazmente sobre el asfalto.
Cielo purpura, luna con sabor a queso y a recuerdos,
tu sonrisa ilumina mis pensamientos cargados de incienso.
Corazón bajo mi voz de plata que canta suave, inmersa.
Autor: Victor Manuel Espinosa M
Me gusta tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tus labios, tus ojos, tu cabello;
Me gusta como hablas, como lo dices, como lo piensas, como lo imaginas,
Me gusta tu aroma, tus lindos y seductores hombros canelados por el sol,
Me gusta como caminas, como disgustas, como ríes, como suspiras, como te entristeces, como te repones, como vez el mundo,
Me gusta de ti lo que me gusta, me gusta lo que me disgusta, lo que te apasiona, por lo que desvives, lo que te desvela,
Me gusta cuando me ignoras, cuando te aburro,
Me gusta que me comprendas, que me entiendas,
Me gusta verte trasnochada; me gusta lo que te gusta,
Me gusta que estés pendiente de mis sueños, bobadas, fracasos, metas, locuras, idioteces; me encanta tu compañía.
Nunca dejes de lado a este loco pseudopragmático, sintáctico, bipolar, redundante, tímido, romántico e iluso por creerse poeta.
Autor: Victor Manuel Espinosa M
Venida de los vientos
Rosa como pocas
De pétalos rojos atiborrados de color y robustecidos de encantos
Desprendes olores, sensaciones y percepciones para ojos incautos
Resbalas el rocío y completas el alba
Das besos por alquiler de tu belleza cautivante
Tallo con espinas
No me pinches
No me claves
No me mates de amor
Para seguir admirándote
Tipo de escrito: Poema
Autor: Victor Manuel Espinosa M
Es difícil verte con ojos de amigo,
Es terrible ser separados por el destino.
Sentir lo nunca antes manifiesto,
Atrapar aromas con los tornasoles de la preocupación,
Cambiar para ser tu esclavo,
Jurar en vano tu esencia
E invitar al llanto a la puerta de mi cuarto.
Solo se que eres el producto de algo no antes visto
Tu mirada cándida, tu Inocencia tangible.
Déjame atraparte por este perpetuo canto
Que florece de mi garganta
Anestesiando cada centímetro de mi piel
Golpeada por el pasado,
Cada paraje que mi mente recuerda,
Cada movimiento, cada frase, cada recuerdo,
Desentrañado por tu voz, tu ternura,
Queriendo ser aquel perfume que unja este cuerpo
Sin atraer privaciones a esta lírica perpetúa.
Autor : Victor Espinosa
Soy de amores de cuadra, tocados por la taciturna adolescencia
Soy de amores de paseo, que vienen y se van como un viento cálido que da un fugaz bienestar a la eterna agonía
Soy de amores de imaginación, de falsas esperanzas y continuas caídas
Soy de amores persistentes, semejantes a la brisa de la esperanza que enciende la llama entre las cenizas, atizando el fuego
Soy de amores platónicos, concediéndole mayor importancia espiritual que física a los deseos viciados de amor
Soy de amores místicos, ya que hablo poco y siento mucho
Soy de amores de texturas, sabores, colores, aromas fuertes y verticales, mezclados en una atmosfera onerosa, que cada vez hacen este personaje dudoso de sí y temblante ante esa presencia mágica mofada de su existir.
Tipo de escrito: Poema
Autor: Victor Manuel Espinosa M
Aquella tela blanca de un imperceptible grosor le cubría la cara inanimada y clara como el papel. Quité ese manto, en sus mejillas arrugadas ya se notaba la vejez y su perfume olía como a los medicamentos para el dolor de cabeza. Sus labios morados, contaban cada una de sus aventuras ya vividas y su nariz, tapada con algodón, le hacia perder todo encanto. Su cabello rojo como el fuego, largo como el Nilo, le adornaba hasta el torso, que se ondulaba hasta el final.
El ambiente era sofocante, la atmosfera a tuberosas y girasoles me tenia hastiado, me estaba mareando. Agache la cabeza y mire mis zapatos, sucios con el barro de esa tarde lluviosa y azul celeste que engendró un arcoíris.
De un momento a otro, sentí caliente mi frente y una picada en mi cabeza hizo que entrara en detrimento, rápidamente gotas de sangre tornearon las fosas de mi nariz haciendo desaparecer lentamente el dolor.
Un poco mareado y débil, sintiendo que uno de mis parpados entraba en un episodio de hinchazón; pensé que la razón era inefable y salida de todo contexto. Me fui retirando del féretro un poco aturdido, tropezando torpemente contra un cirio grande de iglesia que se encontraba allí.
Lentamente lo levanté, luego me fui acercando a la puerta de la sala, subí las escaleras y entré al cuarto donde pernocté; sintiendo en mi oído y el resto de mi cuerpo una brisa fría que helo mis huesos: estaba allí, ¡si! Su perfume es inconfundible, y me acompaño hasta el amanecer.
Tipo de escrito: Cuento
Autor: Victor Manuel Espinosa M
Desde algún tiempo un absurdo ha rondado mi cabeza. Hace algunos días, en una noche de aquellas, donde el frio se golpea contra el viento, donde la luz se oculta en la oscuridad; tuve un sueño que me dejó una maraña de pensamientos jaspeados por la preocupación.
Me encontraba frente a mi casa abrasado por las tinieblas de la noche; cuando de pronto tuve una fortuita corazonada que hizo que mi sangre bajara fugazmente a mis pies , dejando en mi un sentimiento de angustia fungido por la humanidad que en mi se hace presente. Levanté la mirada hacia el firmamento y mi rostro se ilumino por lo que parecía la ignición de un combustible, que impulsaba un objeto similar a un proyectil el cual lentamente se acercaba a la luna.
Al ver esto, lo que sentía con anterioridad se maximizó en mi, quedando en expectativa de lo que podía pasar allí, cada vez que el objeto se acercaba mas y mas impetuoso a la luna, recordaba como Julio Verne y muchos escritores se habían valido de su belleza pura para plasmar tan magmas obras. De repente vi como éste impactaba en ella desapareciéndola del firmamento en que ya hacia tiempo estaba colgada. Se perdió entre explosiones de colores, esfumándose entre luces, una de ellas desgajó un centello que blanqueó mi mirada, despertándome fugazmente en mi habitación, con gotas de sudor que resbalaban por mi frente, refrescando algunos de mis pensamientos.
Rápidamente salté de mi cama y me dirigí hacia la ventana, fijé mi mirada hacia el cielo, en donde la vi, tan inocente de mis pensamientos aciagos de su triste fortuna, iluminando la oscura noche, siendo siempre testigo de las barbaridades del hombre y de su despojo de sociedad en la cual prevalece el más poderoso y capitalista.
Aún sigo pensando en el sueño que tuve, y no se me hace raro que algún día se hiciera realidad, donde los actos hostiles demuestran grandeza, a diferencia de los actos bellos en los cuales el hombre se expresa, actos a los que no se les presta la debida atención, en este mundo de lunáticos.
Tipo de escrito: Cuento
Autor: Victor Manuel Espinosa M
La leche es el sustento diario de campesinos de todo el país, quienes como Ana Cecilia Piamonte Ocasión, La ocasión no es solo para ella una oportunidad, también es su segundo apellido.
Habitante de la vereda “El Centro” del municipio de Oicata, se levanta desde las 4:30 de la mañana a ordeñar parte de su único patrimonio, 4 vacas.
Pero Ana tiene una excepción. En el segundo ordeño de las vacas, que es a eso de las 4:00 de la tarde, cambia su lugar de comercio que ha tenido durante 20 años y, en cambio de venderla en su pueblo, busca la ocasión de venderla en otro lugar, carga al hombro sus dos recipientes pesados, llenos de leche recién ordeñada y se abre camino a pie, a partir de las 5:00 de la tarde, por la trocha que conduce hacia Tunja, percibiendo sosegadamente el ocaso.
A sus 46 años, Ana Cecilia es una mujer “guerrera”, dice que en su viaje a pie desde la vereda en donde pernocta hasta el barrio el capitolio (Tunja), demora una hora y media; agregando con una sonrisa que desdibuja su situación, que el día 24 de diciembre, en vez de estar acompañada de su familia en la noche de natividad, saldrá a vender su leche, como acostumbra, cargando sus recipientes bajo la espesa y fría noche de diciembre, dándoles a los suyos con el dinero obtenido arduamente, una cena digna de noche buena, en cambio de regalos.
“El cultivo no da nada, uno invierte un millón y después de algunos meses la tierra le da de ganancia doscientos mil”, explica mientras en frente de mi, deposita delicadamente las cuatro botellas, que ese día se compraron en mi casa, agregando que la siembra es muy costosa, gracias a la adquisición de abonos para la tierra.
LA FAMILA
En su humilde casa hecha de bloque y adobe, con un pequeño lote de 800 m2, en donde vive con su madre, su marido e hijos, que por cierto son grandes consumidores de leche, en donde cultivan y recogen, como lo dice ella, lo que les da la tierra. Su esposo, Norberto, de 56 años, y su mamá, Ana Orcina, abuela de 74 años (dueña de la casa), son cultivadores de pura cepa.
Ana Cecilia vive con tres de sus cuatro hijos, ya que el mayor, de 21 años, estudia y trabaja en Bogotá, siendo ya independiente, diciéndomelo humildemente con un brillo de orgullo en sus ojos que en ocasiones tapa la visera de la gorra que lleva puesta. Los otros tres hijos poseen edades de 20, 19 y 16 años respectivamente, siendo la menor, la única mujer.
En su modesto vivir, expresa que lo más preciado para ella es su mamá, quien la ha ayudado. Ana Cecilia es de familia de campesinos cultivadores, como su madre, quien a su avanzada edad sigue sembrando, y su esposo; cultivan para su diario sustento. Ana Cecilia me cuenta tímidamente, que con lo poco que se gana vendiendo las 22 a 25 botellas que puede cargar en su cantina y en su galón de plástico, lo invierte en la educación de sus hijos y en gastos varios de la casa.
EL PROBLEMA
El decreto 2838, de prohibición de venta de leche cruda, la tiene un poco asustada, contándome mientras entrecruza sus dedos afanosamente, ya que afirma que la comercialización de este líquido, frente a la siembra de alimentos como la papa y el maíz, es rentable. Aunque diariamente sus ganancias, según ella, en ocasiones no sobrepasan los 15.000 pesos, se siente bien, sonriendo de nuevo y mágicamente borrando la preocupación del ambiente. Es gracioso escucharla contar toda su travesía. Los sitios de venta que ella tiene son en barrios como “El Capitolio”, “Los Muiscas” y alrededores, rebuscándosela de “crudero” (persona que lleva la leche puerta a puerta), cobrando la botella a 900 pesos. Sus clientes no son más de 12, y lo más paradójico es que, siendo este servicio a domicilio, los usuarios, según Ana Cecilia, afirma que, le regatean, abusando de la necesidad que ella tiene al no perder clientela, obligándola a bajar el valor de la botella de leche a 800 pesos.
Con su voz tímida y apacible, me comento sobre el mal que hace el gobierno actual a los campesinos como ella, con la prohibición de la venta de leche cruda, diciendo que sus normas sanitarias, como muchos paisanos, es enjuagarse las manos, lavar las ubres de la vaca y los recipientes donde vierte el liquido, señalando que en Oicata se esta creando una cooperativa para la recepción de este alimento en tanques de almacenamiento; se debe pagar de afiliación 45.000 pesos y mensualmente desembolsar 15.000 pesos, asegurando que no es muy generoso ante su situación económica, y lo donoso es que no se ha hecho nada para empezar; explicándome mientras tapaba con coraje su cantina llena de abolladuras.
Se le veía inquieta por que, siendo las 8:15 de la noche, ella seguía en frente de mi casa; Me decía que, en el trayecto de vuelta hacia su vereda, arrancando entre las 8:30 y 9:00 de la noche, y llegando aproximadamente a las 10:30 de la noche, nunca la han atracado o asustado, bajo esa espesa penumbra. Se despidió de mí perdiéndose entre la niebla de esa gélida noche. Y todos los días es igual.
Tipo de escrito: Crónica
Autor: Victor Manuel Espinosa M